INDUSTRIALIZACIÓN Y TERRITORIO ENTRE 1953 Y 1976
A partir de 1953, se inició una nueva etapa en el proceso de industrialización. En la Argentina significó un gran crecimiento industrial, una fuerte inestabilidad política, un aumento en la importancia de la inversión extranjera, el crecimiento de la desocupación y de la injerencia estatal en la economía y un cambio en la importancia relativa de las distintas regiones del país. La etapa finalizó en 1976, cuando las Fuerzas Armadas dieron el último golpe de Estado y suprimieron la industrialización.
Se dictaron leyes atraer inversiones extranjeras para la minería y las industrias básicas. Estas otorgaban beneficios para las empresas extranjeras. También se les permitía enviar las ganancias obtenidas en la Argentina a sus casas matices en Estados Unidos y Europa.
El Estado nacional, además, desarrolló la infraestructura necesaria para responder a las necesidades productivas de esas empresas: construyó caminos, centrales eléctricas y de telecomunicaciones, redes de gas y combustibles, entre otras.
La gran cantidad de maquinaria invertida de los países extranjeros, entre 1958 y 1972, redujo la cantidad de obreros empleados en las industrias, pero logró un gran crecimiento de la producción del orden del 64%. Aunque estas empresas pagaban mejores salarios, aumentó la desocupación. Esto generó una mayor desigualdad social.
Los cambios productivos de esa etapa reforzaron y profundizaron las desigualdades regionales.
Las causas del problema regional deben rastrearse en decisiones que tomaron las empresas extranjeras y el Estado nacional:
Por su nivel tecnológico, las empresas extranjeras podían separar la gerencia, que se radicaba en el centro de las ciudades, de la planta industrial que ocupaban muchas hectáreas instaladas a las afueras.
Las empresas dedicadas al procesamiento del petróleo se instalaron en las localidades que contaban con los puestos u oleoductos que llevaban el gas y el petróleo desde los yacimientos.
El Estado nacional otorgó, por un lado, préstamos ventajosos a las empresas instaladas en los grandes centros urbanos pampeanos, y por el otro, el Gran Buenos Aires recibió el 74% de los préstamos para la construcción de viviendas y Rosario, el 14%.
Hasta el inicio de esta etapa, una parte del presupuesto nacional se destinaba al desarrollo de las economías regionales; luego de 1958, ese dinero se destinó a localización de las grandes empresas.
En esos años, el Estado nacional aumentó su papel como agente económico concentrando su accionar en el desarrollo de grandes empresas productoras de bienes como el petróleo, el carbón y el acero, que complementaban el accionar de las empresas privadas.