Tabaco y yerba mate en argentina
La yerba mate en Argentina solo se produce en Misiones y Corrientes. El paso principal para el cultivo de la yerba mate es la siembra, la cual se realiza entre los meses de febrero y marzo.
El proceso productivo de la yerba mate es un proceso que tiene 7 etapas. Este proceso podría dividirse en dos grandes etapas: la primera que va desde la cosecha de yerba mate verde llega hasta la obtención la yerba mate canchada y estacionada y la otra que se inicia en el molino llegando a las distintas presentaciones de los productos para consumir de diferentes maneras.
La primera de estas dos grandes etapas fundamentalmente permite reducir el tenor de humedad en relación al material verde cosechado. Luego de una molienda gruesa en la que se obtiene la yerba mate “canchada” mediante distintos tipos de estacionamiento se consigue un material que finalmente ingresará a la elaboración del producto final mediante mezclas, molienda fina y procesado acorde al producto final para consumir.
Actualmente se realiza la cosecha de manera generalizada manualmente y también en forma mecanizada en algunos establecimientos con máquinas automotrices.
Si bien en yerbales recién implantados se inicia hacia el 4° año recién hacia el séptimo u octavo año las cosechas comienzan a tener un rendimiento comercial mucho más aceptable.
El período de cosecha generalizado se extiende desde el mes de marzo hasta octubre. Actualmente de manera generalizada se realiza todos los años pero en algunas épocas por disposiciones reglamentarias de organismos que regulaban la actividad se efectuaban cada dos años de manera programada en cada establecimiento. Esta modalidad también se aplica en algunos yerbales en recuperación o por formar parte de sistemas de manejo particulares.
Se extraen principalmente hojas maduras con ramas que luego se seleccionan enviando al “secadero” las de pequeño diámetro y descartando las de mayor grosor. (Este proceso se denomina “quiebra”)
La cosecha se realiza con tijera, tijerones y serruchos y también directamente con la mano. (En este caso se arrancan brotes con ramitas aún verdes de menor diámetro y a esta operación se la llama “viruteo”).
En los últimos años se han incorporado también algunas modernas “tijeras electrónicas” que disminuyen el esfuerzo del operario y asimismo aumenta la rapidez del trabajo y la calidad del corte.
Zapecado: Este proceso es el que permite evitar la degradación biológica del material verde y detiene la oxidación de sustancias logrando mantener un color verde y adquiriendo el aroma propio perdiendo el de hoja verde. Debe ser realizado antes de las 24 hs. posteriores a la cosecha.
Consiste en un secado muy rápido del orden de los 30 segundos de exposición del material verde directamente a las llamas. Así, el vapor generado en las horas las hace “estallar” rompiendo la epidermis de las hojas con un crepitar muy característico.
Secado: Inmediatamente después del zapecado la yerba mate ingresa al proceso de secado en el cual mediante aire caliente se elimina el resto de humedad hasta llegar a valores del orden del 4 al 6% del peso verde original. Esto se realiza en hornos (“a cinta”) con cintas transportadoras continuas o en algunos casos de tipo “catre” con rejilla fija y otros que aún existen denominados “barbacúa” con tecnologías tradicionales similares a la primitivas.
Canchado:La yerba seca en esta etapa se muele o tritura de manera grosera obteniendo trozos de aproximadamente 1 cm cuadrado. Así se la puede embolsar y transportar más fácil hacia los lugares de estacionamiento y luego molienda y envasado.
Este proceso de manera primitiva se realizaba extendiendo la yerba seca sobre una superficie plana recubierta con arpillera donde se la golpeaba con machetes de madera similar a la trilla de algunos granos. Esos lugares donde se esparcía la yerba para triturarla se denominaban “canchas” de allí deriva el nombre del proceso.
La yerba canchada antes de ser procesada para su consumo en nuestro país es almacenada en bolsas de aproximadamente 50 Kg. c/u durante un tiempo variable hasta lograr un color, sabor y aroma acorde con el gusto de los consumidores.
Este proceso actualmente puede ser de tipo natural o controlado. En el primer caso el proceso que se va dando precisamente en forma natural dura 6, 9 y hasta 24 meses inclusive.
El de tipo controlado o acelerado se consigue en “cámaras” con atmósfera controlada (temperatura, gases, humedad) y aquí el tiempo se reduce a unos 30 – 60. Además de este acortamiento del tiempo se dan una serie de factores interesantes en este tipo de estacionamiento referidos entre otros, al manejo de la sanidad, la homogeneidad, la continuidad y otras características de atributos apreciados por el consumidor para un mismo producto.
Una vez estacionada la yerba ingresa al proceso de molienda que es el que mediante varias y sucesivas operaciones de zarandeo, trituración y mezcla permite llegar al envasado en la presentación de productos listos para consumir según los distintos gustos de los consumidores. Aparecen así en yerbas molidas las opciones con y sin palo y luego una serie de “sabores” suaves, fuertes e incluso mezclas con distintas hierbas.
Este proceso que incluye zarandeos y clasificación junto a una trituración o molienda fina va clasificando y limpiando la yerba de materias extrañas como semillas, palos, ramas de tamaño excesivo, etc. hasta obtener el material deseado). Las mezclas con yerbas de distinto tipo en cuanto a color, aroma y sabor según su procedencia y proceso de estacionamiento permiten llegar al envasado de tipos característicos para cada marca de los establecimientos elaboradores.
Pensando en los productos que llegan al consumidor final, una mención aparte merece el desarrollo de nuevas presentaciones como la yerba mate soluble que deriva de un proceso realizado en otras instalaciones y utilizando sí yerba mate molida.
Un tema aparte es la incorporación de la yerba mate a una variedad creciente de productos como licores y platos dulces y salados.
Finalmente una vez obtenida la mezcla deseada de la yerba molida se procede al envasado que para el caso de la yerba mate tradicional se realiza en paquetes herméticos con papeles especiales con capas de distintos materiales para mantener las características del producto. Por otra parte, existen envases prensados y vibrados y asimismo algunas presentaciones para obsequios con perfil regional. (Bolsas de Lienzo “Sobornales”, Envases metálicos litografiados, etc.)
Tabaco:
Se cultiva en las provincias de Salta y Jujuy principalmente, en otras provincias del norte también pero en menor escala .Ambas se caracterizan por la presencia de explotaciones con un alto grado de capitalización y un neto predominio de las unidades económicas de mayor tamaño y grado de diversificación. Jujuy ocupa el primer lugar en la producción y participa con más del 30% de la producción tabacalera nacional. Es de destacar que las ventas de tabaco representan alrededor del 43% de las exportaciones totales de la provincia en 1998, siendo además el principal producto exportado. El cultivo del tabaco en Salta se expandió masivamente en la década del 30, alternando con Misiones el segundo puesto en la producción nacional. La participación del tabaco en las ventas externas de la provincia fue en 1998 del orden del 9%.
En la actualidad la demanda se concentra en los tabacos claros. Este hecho se explica por la internacionalización del denominado ‘gusto norteamericano’ y por el ingreso masivo de la mujer al consumo de cigarrillos. De esta forma, de los tipos de tabaco producidos en el país, dos tabacos rubios: el virginia -característico de Jujuy y Salta- y el burley, producido fundamentalmente en Misiones, son los que explican el 90% de la producción nacional. El tipo de tabaco criollo ya casi no se produce debido a su falta de demanda por ser oscuro.
El tipo de tabaco demandado ha variado a lo largo de los años según el destino que tuvo la producción. A principios de siglo, la producción se dirigía en su totalidad al mercado interno y consistía en tabacos de variedades oscuras. En 1913 se comienza en el país a fabricar cigarrillos rubios, que alcanzan en 1945 a representar la cuarta parte del mercado nacional. Esta participación crece ininterrumpidamente, llegando a igualar a la de los cigarrillos negros a mediados de la década de los sesenta. Durante ese período ingresaron a la Argentina otras firmas tabacaleras que contribuyeron con su oferta a que el gusto de los consumidores locales, se fuera adecuando al existente en el mercado internacional.
El circuito productivo del tabaco se lleva a cabo de la siguiente manera: El curado del tabaco es una operación lenta que debe vigilarse con cuidado para obtener hojas de color, marchitamiento y grado de sequedad bien determinados. Se utilizan tres métodos (aire, humo y calor), cada uno de los cuales aporta a la hoja un aroma característico. El tabaco recién curado es amargo, y el destinado a fabricar cigarrillos casi siempre se seca, enfría y rehidrata antes de almacenarlo durante dos o tres años. De este modo la hoja fermenta y se vuelve más suave y oscura. Las plántulas de las distintas cepas, como las destinadas a la producción de picadura Maryland o burley para cigarrillos y de tripa, capilla y capa para cigarros puros, se trasplantan de las cajoneras frías en que se obtienen al campo. Cada tipo exige un régimen especial de riego y aplicación de fertilizante. Para obtener las hojas grandes y delgadas con las que se elabora la capa de los puros se extienden sobre los campos grandes cubiertas de tela de saco (costal). Con el fin de favorecer el crecimiento de las hojas mayores, las plantas se desmochan antes de la floración. Las hojas suelen recolectarse a mano y a medida que maduran. A continuación se tienden en barracones y se curan al aire, con fuego o con calor, de modo que la hoja adquiera al marchitarse el color y el aroma buscados. El curado con aire, que se aplica a muchos tabacos destinados a la producción de cigarrillos y cigarros, dura entre seis y ocho semanas. Para curar al fuego se enciende una hoguera en el suelo del barracón y se deja que las hojas se impregnen del humo formado. El curado con calor se realiza aplicando con cuidado el calor conducido a través de unos humeros, de forma que las hojas fermenten y sequen de forma correcta. Las hojas así curadas se clasifican, por lo general en función de la posición que ocupaban en la planta, el color, el tamaño y otras características; se empacan y se llevan a los almacenes donde se subastan. El curado del tabaco es una operación lenta que debe vigilarse con cuidado para obtener hojas de color, marchitamiento y grado de sequedad bien determinados. Se utilizan tres métodos (aire, humo y calor), cada uno de los cuales aporta a la hoja un aroma característico. El tabaco recién curado es amargo, y el destinado a fabricar cigarrillos casi siempre se seca, enfría y rehidrata antes de almacenarlo durante dos o tres años. De este modo la hoja fermenta y se vuelve más suave y oscura.